¿Notas que últimamente tu rendimiento laboral ha descendido? Las causas pueden ser diversas, pero hay una razón que siempre afecta a tu productividad: la alimentación. El poder que tiene una buena dieta sobre el funcionamiento general del organismo es inmenso.

Te contamos cuatro claves para que tu energía cambie radicalmente en tu puesto de trabajo:

El desayuno es la base

No desayunar es un gran error. Ponte en situación. Al levantarnos, nuestro organismo lleva entre 8 y 10 horas sin recibir ningún alimento. Esta falta de nutrientes empuja a nuestro cuerpo a quemar otras reservas energéticas, lo que causa alteraciones en el funcionamiento orgánico.

Dietas hipocalóricas no, hipercalóricas tampoco

Es lógico que una dieta elevada en grasas sea perjudicial, pero quedarse corto no es nada recomendable. Aquellas personas que solo se llevan una ensalada ligera para comer, no llegarán con gran energía a final de la jornada.

Glucosa: el combustible del cerebro y del sistema nervioso

Si alguna vez has notado que al tener mucho hambre te pones de mal humor, es que te falta glucosa. Y la glucosa es la gasolina del cerebro.

Alimentos recomendados: Cereales sobre todo integrales.

Alimentos desaconsejados: Cualquiera que lleve azúcar, y sobre todo la bollería.

Aminoácidos: clave para el ánimo

Unos buenos niveles de aminoácidos te harán estar alerta, motivado, atento y alegre. Son los encargados de potenciar la hormona de la felicidad, así que cuídalos siempre.

Alimentos recomendados: carne, pescado, huevos, lácteos, semillas de girasol, sésamo, garbanzos.

Alimentos desaconsejados: El azúcar, el café y el alcohol ya que interfieren en su absorción.