Sin apenas grasa, los polos y granizados son la alternativa perfecta para refrescarse un caluroso día de verano. No obstante, dado su escaso valor nutricional, hay que tener en cuenta que no son sustitutivos de ningún alimento.

Los días de verano los helados de hielo y agua se convierten en nuestros mejores aliados a la hora de refrescarnos. Su baja temperatura contrarresta el calor de las calles y nos producen una agradable sensación de bienestar.

Dentro de esta tipología de helados podemos elegir entre dos opciones: polos o granizados. Se diferencian entre ellos por su consistencia. Los granizados son semisólidos o granulosos mientras que los polos se congelan cuando la mezcla de sus ingredientes está bien batida.

Los polos y granizados que compramos en tiendas, supermercados o heladerías suelen llevar zumo de frutas, colorantes, aromas e incluso grasa vegetal. El aporte de azúcar varía de unos a otros de manera considerable. Por ello, es importante leer el etiquetado nutricional y escoger el más saludable.

Dirigidas a personas diabéticas o con sobrepeso, en el mercado también podemos encontrar algunas variedades hechas con edulcorante en lugar de azúcar. En cualquier caso, su mayor ventaja es que no tienen grasa, por lo que es un producto apto para personas que tengan el colesterol alto.

De todos modos, la forma más eficaz de degustar polos y granizados evitando ingredientes nocivos, como los colorantes o los aditivos, es realizándolos en casa nosotros mismos. Con la ayuda de unos utensilios básicos puedes prepararlos sin complicaciones y además pasando un rato divertido cocinando con tus hijos.

Con todo, es importante señalar que los polos y granizados no tienen apenas valor nutricional. No son sustitutivos de ningún alimento y lo ideal es consumirlos de manera ocasional en lugar del típico refresco azucarado.