Pese a lo que muchas personas piensan, las carnes presentan una buena riqueza nutricional. Así, son una fuente de proteínas de alta calidad biológica cuya función es la de la formación y reparación de las estructuras corporales.
Junto con el buen aporte en proteínas, en los diferentes tipos de carnes destacamos la presencia de minerales como el hierro, el zinc, el potasio o el magnesio. En general, también aportarán vitaminas del grupo B, como la B1 y la B12.
A continuación, veamos las diferencias que encontramos entre las carnes de consumo más habituales:
– En la carne de cerdo, el aporte en grasas variará en relación a la pieza, la raza y el tipo de alimentación que haya recibido el animal. En este sentido, hay estudios recientes que indican que la carne de cerdo contiene una menor cantidad de grasas que animales como el cordero o la vaca. Especial consideración merece el caso de cerdo ibérico, que contiene una gran proporción de grasas monoinsaturadas, especialmente ácido oleico, característica del aceite de oliva.
– La carne de conejo es una de las más pobres en grasas y colesterol. Por lo que resulta interesante para aquellas personas que deban moderar su ingesta de calorías y grasas.
– El caso de la carne de cordero sería similar a la de cerdo en cuanto a grasas se refiere. Así, los corderos alimentados con pasto presentan una proporción superior de grasas omega-3, lo que otorga una mejoría en relación a la calidad de la grasa.
– El consumo de la carne de pollo ha sufrido un tremendo auge en los últimos 30 años. Si para su consumo prescindimos de la piel, el aporte de grasas será escaso.
– La carne de ternera es una magnífica fuente de hierro y vitamina B12. Por lo que, resulta un alimento a tener en cuenta en épocas de crecimiento, durante el embarazo y la lactancia, en deportistas y personas ancianas.
Según un estudio de la Universidad de Harvard publicado en el año 2016, la incorporación de la carne en la dieta del ser humano allá en el Paleolítico jugó un papel importante en el desarrollo del cerebro. El consumo de proteína permitió que el cerebro se transformara y la especie evolucionara.
Por otro lado, se publicó una nueva investigación que concluía que “Las personas que siguen una dieta rica en frutas, vegetales, frutos secos, legumbres, pescado, lácteos y carne presentan niveles más bajos de riesgo cardiovascular”. En cuanto a la carne, encontraron que el consumo de carne no procesada era beneficioso.
Como veis, la de la Nutrición Humana es una ciencia muy joven que aun nos dará muchísimo de qué hablar. Nuestra recomendación es llevar una alimentación variada dieta variada, rica en alimentos de origen vegetal y con un aporte adecuado de carnes y pescado.
Referencias:
Zink, Katherine D. y Lieberman, Daniel E. (2016). Impact of meat and Lower Palaeolithic food processing techniques on chewing in humans, Nature. doi:10.1038/nature16990