El chorizo es uno de los embutidos más famosos de nuestro país. Prácticamente cada región de España tiene su propio chorizo con unas características concretas. Pero, ¿sabes desde cuándo consumimos este producto en la Península Ibérica?
Aunque no hay prácticamente registros históricos sobre la elaboración de alimentos en épocas antiguas, se sabe que los romanos tenían una gran habilidad para conservar la carne mediante técnicas de curado y embutido. Por este motivo, no es extrañar que fueran ellos los primeros que trajeran a la Península Ibérica una amplia variedad de embutidos, incluido un tipo de salchicha similar al chorizo moderno.
Durante la Edad Media, el consumo de embutidos elaborados con carne de cerdo se extendió por toda España convirtiéndose en un elemento básico de la dieta, especialmente en las regiones donde la cría de cerdos era común.
Sin embargo, el chorizo tal y como lo conocemos no surgió hasta después de la llegada a América. Tras su descubrimiento, los colonizadores trajeron del nuevo continente una especia llamada pimentón que, poco a poco, se fue incorporando a diversos productos, incluido el chorizo, otorgándole su distintivo color rojizo y sabor picante. Antes de esto, el chorizo presentaba una tonalidad negra o blanca, dependiendo de si contenía sangre o no.
Curiosamente, aunque se llevase ya tiempo consumiendo, la Real Academia de la Lengua no recogió la primera definición de chorizo hasta 1726 en el Diccionario de Autoridades. Decía así: “pedazo corto de tripa, lleno de carne, regularmente de puerco picada y adobada, que normalmente se cura al humo”.
Hoy en día, para que un producto sea considerado auténtico chorizo, debe llevar ajo y pimentón, estar curado al aire libre o ahumado, y tener como base principal carne picada de cerdo. Su popularidad en nuestro país es innegable, gracias a su versatilidad y sabor único. Ya sea como aperitivo, en tapas o como ingrediente en recetas clásicas como el cocido, el chorizo sigue siendo un elemento imprescindible en la gastronomía española.